Bajo una luz suave, una jovencita se deja ir a unas caricias íntimas. Su cuerpo estremecido según los movimientos, es delgado y tierno. Nuestra guapa desconocida, inconciente por nuestra presencia, se abandona al deseo intenso de satisfacer la necesidad primaria de mujer: el placer. Voluptuosamente, se acaricia el vientre, los senos , y pasando en hacer dibujos imaginarios en su lencería banca, con una sabiduría extrema. Al ver que no llega al pico más alto de su intimidad, la joven morena se quita la camisa y su última frontera de pudor. Luego se deja ir bajo nuestras miradas , plegándose, acariciando sus senos que puntan el cielo .Dejándonos admirar la perfección de su cuerpo ondulándose lascivamente a 4 patas.
Sola en una playa al final del mundo, una jovencita se entrega a uno de los placeres más antiguos del mundo. Se entrega a los juegos cachondos del agua sobre su piel, ofreciendo sus curvas dulces y juveniles a las caricias de las olas y del arena. Calentada por el sol, su piel ardiendo recibe la frescura estirándose, dándole un placer estremecedor todavía desconocido...
Llegada por amor hace años en la metrópoli, Anaïs todavía tiene aún consigo la nostalgia del sol y de las tardes locas en la playa, pasadas bailando por horas y horas . Pasea en los campos, la soñadora, y se siente llevada por la alegría antigua y se echa a bailar, lentamente quitando las barreras de la ropa entre su piel y el sol. Aunque el decorado sea muy diferente a lo que estaba acostumbrada, Anaïs ondula y menea sus curvas generosas hasta haber saciado su necesidad de libertad.
Para celebrar su bachilerato y sus 18 años, Laura ha recibido un maravilloso regalo: un coche nuevo. Loca de alegría, lleva a su amiga a dar un paseo en el campo con su pequeño bólido. Hace buen tiempo, el coche es descapotado, embriagadas por el hermoso día de verano,las dos guapas se dejan ir a explicar tactilmente su afección mutua... También las dos guapas, las chicas se rozan y se desvisten, gozando a la vez del placer de estar juntas y de la hermosura de sus curvas. Después del placer de los ojos y de las manos, viene el placer gustativo generado por el sabor azucarado de su intimidades...
Un tío y una tía llegaron para tomar un trago en un bar y de conversar un poco. Pero recién llegados el camarero se acerca a ellos empezando a conversar con ellos. Rápidamente la mujer, una gordita, de unos cuarenta años se lanza sobre su amigo besándolo golosamente. Ella dirigirá toda su atención sobre sus bragas y sobretodo sobre su contenido. Ella le mamará la polla sobre el banco del bar mientras que el camarero asiste masturbándose con una mirada perversa. La zorra se volcará por la enorme polla del tío antes de cabalgarlo como una perra que es. Siendo tan feliz, el afortunado no aguanta más, y debe estallar ahora su puré, y lo hará solamente después de unos vaivenes de mano experta para que el esperma estalle por fin, corriendo sobre la mejilla de la guarra que lamerá todo para no perderse ni una sola gota.
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